No dejes de mirar la cruz,
en ella hay sangre, hay dolor, hay sudor,
hay tres clavos, hay dos leños,
hay un hombre que no dejó de sonreír
porque en cada dolor te estaba amando,
y al amarte te enseñó a amar la vida.
No mates, ni siquiera con el pensamiento,
no te permitas pensamientos de muerte, sino de vida.
No castigues tu espíritu, que es divino,
con sentimientos amargos contra la vida,
la vida, por ser sagrada,
no puede sufrir por tu falta de luz.
¡Aprende a vivir cada día en gratitud infinita!
Ama tu existencia y la de los demás,
y no hagas a otros lo que no quieres que te hagan.