JESÚS llama a sus jóvenes discípulos por su nombre y los escoge mostrándoles un proyecto y una misión. Entre ellos, doce serán los más cercanos a Él, y serían investidos con la responsabilidad de ser la columna de su Iglesia.
Cuando Jesús los llama, no saben qué maravillosa experiencia están por vivir; pero entienden que Jesús es una persona especial, capaz de cambiar sus vidas con una mirada. Lo seguirán por años: con entusiasmo lo acompañarán a entrar a Jerusalén, para luego abandonarlo en la triste noche del Getsemaní. Después de la Resurrección y de Pentecostés, anunciarán con coraje a Jesús Hijo de Dios y su Evangelio de salvación. Muchos, en su vejez, estarán dispuestos a dar la vida por Él.
Discípulos y apóstoles, jóvenes entusiastas y adultos valientes, un pequeño grupo destinado a una aventura extraordinaria: difundir en el mundo el Evangelio de la salvación, anunciando a Cristo crucificado y resucitado.
¡Esta extraordinaria misión no está concluida aún! La aventura de los apóstoles continúa hoy, contigo, con ustedes. Aún hoy, Jesús llama jóvenes apóstoles por su nombre, diciéndoles: “¡Te quiero precisamente a ti!”